viernes, 4 de marzo de 2011

SABER CONTROLAR LA AMBICION

Carlos Mora V
"EL mundo está lleno de dolor que genera sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres arrancarte esa clase de dolor, tendrás que arrancarte el deseo" (Buda)
Un hombre no es desdichado a causa de la ambición, sino porque ésta lo devora. Montesquie
No se puede negar el derecho a cada persona de tener sus ambiciones en pro de su crecimiento personal, de aprovechar la oportunidad de vida que se nos ha concedido, pero no  debemos dejarnos atrapar   por ella, sobre todo, cuando involucra daños a otros, afectaciones que muchas veces tienen un alcance fatal, especialmente cuando no se la sabe manejar y se da paso al poder, a querer controlarlo todo.
 Lo cierto, que para aquellos que se han identificado con su crecimiento personal, en pro de  disfrutar su vida intensamente, servir a los demás, cumplir con su misión del por que se paso con esta forma por esta dimensión, deben saber identificar el alcance de la ambición y saberla manejar .
Al  respecto del tema  nos aporta  usuarios.multimania.es que consideremos que la ambición es  "Deseo ardiente de conseguir poder, riqueza, dignidades o fama".
Nos agrega además, que el problema de la ambición no está en el loable deseo de prosperar, ni en la inquietud sana por aspirar a un mejor nivel de vida, dentro de unos límites razonables, sino en llegar a convertir la propia existencia en lucha, violencia y actividad febril por las riqueza, el encubrimiento personal, las alabanzas, las admiraciones,...
La ambición sin freno, la ambición como conducta y estilo de vida, no sólo es uno de los más graves impedimentos de la felicidad humana, sino que puede llegar a empobrecer y destruir el corazón del hombre y sus más nobles sentimientos.
Nos comenta también la fuente de información señalada, que los hombres ambiciosos en ente sentido negativo piensan que les va a ser posible comprar la felicidad, aferrados a un desesperado desasosiego que les incapacita para vivir y disfrutar el presente, en espera de un porvenir que jamás se hace realidad. La verdadera felicidad no se compra ni tiene precio y está tan a la mano del pobre como del rico, está tan próxima a nosotros que la encontraríamos en nuestro derredor si supiéramos aceptar nuestra realidad de buena voluntad, en paz y armonía con nosotros mismos.
No hay un camino que nos lleve a la felicidad, ya que sólo nos está permitido descubrirla, cultivarla y disfrutarla mientras hacemos el camino. La ambición que empobrece al corazón humano y destruye los sentimientos más nobles es la que viene engendrada por el egoísmo, la vanidad y el loco afán de imitar a los demás y aventajarles en lujo y ostentación. Pero lo grave es que quien se deja embriagar por la ambición desenfrenada terminará por sacrificar a su propia familia, su hogar sus amigos, su salud y su bienestar: Y es que la ambición malogra, antes o después, las aspiraciones elevadas y sofoca cuanto de noble, delicado, sensible y bello hay en su carácter.
Muy interesante además, el comentario  que existe, sin embargo, una loable y legítima ambición, aspiración o deseo de superarse y mejorar, de cuyo logro deriva la verdadera felicidad que ennoblece y dignifica al hombre. Es la de aquel que procura ser útil a la humanidad, que se esfuerza en luchar contra la ignorancia, en contagiar a los demás sus ideas y actitudes positivas, llenas de esperanza y de confianza en sí mismo y en el prójimo. En definitiva, es noble ambición establecer un reto constante consigo mismo de superación para el logro de las condiciones materiales más idóneas que permitan servir provechosamente a nuestros semejantes. La legítima y loable ambición no está en la satisfacción sin medida de los deseos ni en el halago constante de los sentidos o en buscar afanosamente la felicidad en exclusiva para sí mismo, sino en el fomento y desarrollo de nuestra naturaleza espiritual, sembrando alegría, jovialidad, amor y servicio desinteresados.
Casi siempre es por falta de elevadas ambiciones, nobles aspiraciones, como entusiasmo, esfuerzo y perseverancia, voluntad y un motivo que dé sentido a !a propia existencia, por lo que fracasan quienes se olvidan de vivir cegados por la raquítica ambición de atesorar riquezas y honores
 Tengamos presente, que cuando nos toca contactarnos con la ambición, estemos atento  en su alcance, saberla manejar  a fin de no nos afecte no solo en emocional, espiritual y aun en lo físico, así como en  sus repercusiones, porque de no controlarla, se da la oportunidad que ella lo haga y nos afecte  significativamente,  tengamos presente los  comentarios, frases al respecto que nos dicen:
  • Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero. Miguel De Cervantes
  • Todas las ambiciones son lícitas, excepto aquellas que elevan las miserias de la humanidad. Joseph Konrad.
  • El sufrimiento de unos puede ser provocado por la ambición de otros. Madre Teresa De Calcuta.
  • La ambición es el último refugio del fracaso. Oscar Wilde.
  • No es pobre el que tiene poco, sino aquel que teniendo mucho desea todavía tener más. Epicuro
En definitiva, hay que controlar  la ambición y evitar lo que ocurre por ejemplo  a muchos presidentes, como el tan sonado y dramático  caso del Líbano con Cadafi, que ha conllevado a un caos a ese país y en donde han muertos muchos seres inocentes, así ,como la inestabilidad  en otros  en donde sus presidentes debido a su ambición pretenden  permanecer en el poder, no importando lo que ello pueda originar con tal de  satisfacerla .

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